No se que ha pasado

Cuando me dijeron que venias me dio un poco igual. No te conocía y pensé que estaría bien conocer gente nueva. Luego hice un par de preguntas más y así se quedó la cosa.

Una foto tuya en Facebook con más gente… pues parece majo, pero nuevamente no te presté atención…

Llegué al sitio donde había quedado con los demás, y si también estabas tu. Me acerqué a darte un par de besos y me sorprendió tu reacción. No, no usaba la colonia que dijiste, pero eso me hizo pensar que eras un chico detallista. Pero nuevamente mi atención no recayó sobre ti. Me puse una copa y comenzamos a hablar todos con todos.

Ya se había ido el sol de la zona en la que estábamos y me quité las gafas de sol, tu seguías con ellas puestas. Continué hablando con otras personas, pero no se porque mis sentido del oído estaba conectado a ti y escuché como preguntabas por mi. Alguien te dijo que tenía pareja y parece ser que tu atención al final se fue hacia otras chicas. Normal.

Fue pasando la tarde y compartimos un par de conversaciones que siempre se veían interrumpidas por otros y al final yo me senté en el césped. No, no viniste a hablar conmigo que era lo que yo estaba esperando, creo que volviste a preguntar por mi y la misma persona, te dijo que estaba casada. No, no estoy casada, pero si tengo pareja estable y un hijo.

Creo que al final te convenciste de que yo no era un opción, por eso fuiste a hablar con otras chicas, pero sin éxito alguno… Cruzamos algunas miradas que ninguno de los dos mantuvimos y así transcurrió la tarde.

Yo había oído como preguntabas por mi dos veces, pensé que insitirias más…

Nos fuimos a cenar y pensaba que iríamos los dos detrás en el coche, pero no…

Da igual, al final nos dejaron juntos para cenar y para mi fue genial… hablamos de muchas cosas nos reímos, nos lanzamos indirectas… como si tuvuieramos 15 años. Me encantó compartir contigo esa cena.

Cuando llegué a casa, vi que habían compartido un par de fotos en la que salimos los dos. Te busqué en Facebook porque estabas etiquetado y hubo algo que me llamó mucho la atención de ti, aunque no se muy que es lo que es.

Aunque se que tu y yo nunca vamos a ser pareja, me encantaría conocerte más, mucho más. También se que vamos a coincidir, aunque lo que no se es cuantas veces más, pero a mi me gustaría que fueran muchas…

Tengo que admitir que me pareces un chico muy guapo y muy simpático, con una sonrisa preciosa, pero intuyo que lo tuyo es ir de flor en flor, al menos en etapa de tu vida que es en la que te he conocido.

Me gustaría poder decirte todo esto en persona, pero no puedo, ni me atrevo… asi que dejemos esto aparcado por aquí y ya iremos viendo como se van sucediendo las cosas.

Pensé que pedirías mi teléfono o al menos que me siguirías en Facebook, pero no. Y ahora estoy pendiente del Facebook por si te da el venazo y quieres ser mi amigo virtual.

No se que ha pasado. Miro varias veces tu perfil y dudo si agregarte o no…

¿Que hago?

LA CASA CON VIDA

Como una pequeña familia, así pasábamos los veranos todos juntos.

Compartíamos días largos de piscina, juegos nocturnos y conversaciones que casi llegaban hasta el amanecer.

Todos niños aunque se diferenciaban muy bien las edades y el rango que ocupaba cada uno: de los mayores o de los pequeños.

Los pequeños no podíamos salir de la urbanización. Completamente prohibido. Tan solo con autorización y una vez al día se nos permitía ir a comprar chuches al quiosco de Paco, el cual merece una mención aparte por lo estrambótico de sus acciones, defectos y pocas virtudes. A pesar de ello, todos comprábamos allí nuestros caramelos y helados, quizá porque no había otro sitio.

Teníamos muy claro cuales eran nuestros límites, pero también sabíamos que podíamos jugar al despiste muy fácilmente, ya que el control que ejercían sobre nosotros era muy relativo.

Una tarde cualquiera de verano, después de quitarnos el cloro de la piscina y comernos un bocata de queso y jamón serrano, nos fuimos a comprar al quiosco de Paco. Al menos es lo que dijimos a nuestros padres para que nos dejaran salir de la “urba” sin levantar sospechas.

Justo en la calle de enfrente, en la parte de trasera de donde estaban nuestras casas había una mansión abandonada.

No se trataba exactamente de una mansión, pero si de una casa de grandes dimensiones con un pajar.

Ya habíamos averiguado que dentro había un tractor y queríamos probar lo que era montarse encima de uno de ellos.

Estaba a las afueras del pueblo, las calles vacías no iban a delatarnos y los adultos con sus cosas de adultos no estaban mirando el reloj para saber si estábamos dentro de la zona de seguridad, a la hora establecida. Y en el caso de que nos llamaran, las voces de nuestros responsables legales se oirían hasta el pueblo siguiente.

Empujamos la puerta que estaba totalmente podrida, pero aún así tuvimos que emplearnos para poder entrar.

Como cualquier casa abandonada estaba llena de polvo y de cosas que no tenían ningún valor, pero para nosotros era uno de nuestros mayores hallazgos hasta el momento.

Sorteando las raíces que habían crecido verticalmente, llegamos hasta el tractor. Tenía puesta las llaves en el contacto, pero como era de esperar aquel aparato viejo no quería arrancar. ¿Qué podíamos hacer?

Seguimos dentro de la casa,  por la parte que nosotros creíamos que fue un pajar ya que había varios instrumentos de labranza, como ese que es redondo y se usa para separar semillas.

Había montones de sacos de harina, y papeles tirados por el suelo.

Una panadería o una cooperativa de trigo. Indicios había para pensar en esa posibilidad.

Aburridos de investigar la zona de trabajo de unos campesinos, quisimos ver como era su casa por dentro.

Nos costó encontrar la forma de acceder a la planta superior. Perdimos mucho tiempo tratando de hallar una escalera o una rampa que nos facilitase la subida.

Por fin, tras una puerta metálica de color verde, había una preciosa escalera de caracol de hierro forjado.

Comenzamos a subir por ella, parecía interminable, pero todo en esta vida es finito y la escalera no iba a ser la excepción.

Al final de la escalera, una puerta de madera robusta y bien cuidada nos daba la bienvenida con los brazos abiertos.

Nuestra sorpresa al ver lo que allí había nos hizo retroceder y pensar que la casa no estaba abandonada y no queríamos ser descubiertos por lo habitantes de la casa.

Cientos de libros adornaban las estanterías que decoraban las paredes de la sala. Ordenados cuidadosamente y sin rastro de polvo.

Con la emoción de no querer ser vistos continuamos un tiempo en la sala, observando la disposición de los libros.

No se cuanto tiempo estuvimos allí, pero ni un solo ruido, ni un paso, ni voces que no fueran nuestros susurros, nada de nada.

Teníamos miedo, estábamos asustados, pero porque no queríamos que nos delataran, así que nos fuimos de allí sin ver a nadie ni ser vistos por nadie.

Dimos una vuelta a la manzana, para encontrar algún vestigio de vida en aquella casona, pero ni una luz encendida ni humo saliendo de la chimenea, ni una cortina mecida por la ligera brisa de verano del pueblo.

No volvimos a querer entrar en la casa, pero tampoco vimos que nadie entrara o saliera de allí.

Unos cuantos veranos más tarde, el ayuntamiento del pueblo decidió demoler la casa y allí estábamos nosotros, la pandilla, los pequeños para ver por última vez, la casa con vida.

MIEDO AL FOLIO EN BLANCO

Tengo que volver a revisar todos los apuntes, esos que me dieron cuando hice ese curso de escritura creativa que tanta ilusión me hacía.

Ya han pasado varios años y ahora me veo enfrente de la pantalla del ordenador y con una hoja en blanco intentando escribir algo que tenga sentido.

Pero ha pasado tanto tiempo desde que no escribo nada. Un concurso de micro relatos, esa es la excusa perfecta para retomar el gusanillo de escribir, pero me pongo mis dedos encima del teclado y no me sale nada que pueda servir.

Me levanto de la silla, busco la carpeta verde y me reviso una y otro vez los temas que me dieron…

Me doy tiempo, creo que dejaré por un momento este texto y dejaré que las ideas fluyan, también revisaré el cuaderno de notas… Espero que las musas vuelvan pronto a mi mente. Mientras tanto… MIEDO AL FOLIO EN BLANCO

Brujula de papel

Puedo borrar mi norte y desaparecer, inventarme mi sur o incluso hacer que sol salga por el oeste y se ponga ponga por el este.

Todas las mañanas dibujo una gran brújula de papel y coloco los puntos cardinales como yo quiero, invento nombres diferentes y me vuelvo loca queriendo encontrar un rumbo.

Miedo

Enrevesar palabras, maquillar sentimientos, ocultarse entre lineas escritas con un unas teclas de ordenador. No estoy segura de querer continuar en ese juego. Abro bien los ojos e intento adivinar lo que en realidad escondo.

Parece sencillo llegar a alguna conclusión, pero no se si es la acertada. Cada noche, dibujo en mi mente la frase ideal del día. Algunas veces consigo completarla, pero otras veces se mezcla con aires del pasado y con argumentos del futuro. ¿Mi intención? Siempre es la misma. Cuando el sol toque mi cara y el calor no me deje dormir más, plasmar mis pensamientos en una hoja blanca, pero no siempre lo consigo.

Quiero hablar sin molestar, pero se que eso es un imposible. Cualquier persona que lea estas letras y les de un sigficado, estará sacando su propia imagen de las cosas que pasan por mi cabeza. ¿Sincera? Intento serlo, pero sin maldad y casi siempre coherente con esa sinceridad, al menos esa es la meta a la que quiero llegar, pero mi verdad no es tu verdad, nunca llegaremos a un punto entre ambas. Lo se…

Tengo miedo, como cada uno de nosotros, pero cada unos tiene sus propias fobias. Interpretación subjetiva es lo que llevará parejo este post.

Enrevesar palabras, mi pregunta es ¿por qué? ¿hay que disimular? ¿Solo en el anonimato podemos ser nosotros mismos? A veces llego a creer que si, que la sociedad nos marca unas pautas que hay que seguir, y si nos disfrazamos o escondemos detrás de alguna misteriosa identidad es más facil llegar a nuestra meta sin ser juzgados, criticados o coartados.

Conclusiones de Navidad

Ya han terminado las Navidades, y este año puedo decir: ¡POR FIN!

No es que me haya convertido en un señor Scrooge, no necesito que un fantasma venga a revivirme el espíritu de las navidades pasadas, ni a evocar ese sentimiento que tenía hace unos años por las navidades porque aún sigue vivo en mi. Hasta el final he intentado sacarle el lado positivo a estas navidades tan raras que he vivido este año.

A pesar de ello, y a unos pocos días de que finalizaran estas fechas tan odiadas por algunos, decidí salir a buscar un árbol de navidad para decorarlo. Debo admitir que fue una tarea más complicada de lo que imaginaba. No perdí la ilusión y haciendo caso a mi pareja, seguí creyendo en la magia de la navidad y apareció ante mis ojos. Y no solo el arbolillo, también todos sus complementos: bolitas, espumillón y hasta nieve.

No tardé mucho en montarlo, y el resultado fue mejor de lo esperado. SS.MM. Los Reyes Magos encontrarían un rinconcito especial para dejar los regalos. Al despertarme corrí hacía el árbol y busqué mi nombre en cada uno de los paquetes que habían dejado para mis familiares y detrás del árbol encontré una estrella que ponía mi nombre y que tenía un mensaje para mi. Fue el mejor regalo que podía imaginar: La ilusión por la navidades futuras. Serán muy distintas hasta las ahora vividas, pero dejaran paso a todo lo nuevo, bonito y mágico que me quieran regalar las navidades próximas

Mi árbol, mi estrella

Consejillos para escribir relatos

Quizá yo no soy la más adecuada para escribir este post, pero me apetecía tener recogidos todos los consejos y truquillos que aprendí en la Escuela de Escritores. Espero que os sirvan y que los lleveís a la practica. Son pequeñas pinceladas que os pueden ayudar a mejorar un relato o escrito.

El primero y en el que se hacía más hincapie era no enumerar los sentimientos, sino en transcribir acciones que evoquen esos sentimientos que queremos transmitir al lector.

Al tener una duda a la hora de buscar alguna forma orinal de plasmar una idea, una buena forma de hacerlo es introducir la duda en el relato.

Las frases largas pueden llegar a aburrir al lector, es mejor separarlas mediante puntación. Utilizar los puntos para dar más agilidad al relato.

No hay que dirigir al lector, sino dar pinceladas para que cada uno le de su interpretación al relato.

Se pueden contar los sueños, pero es mejor que al final no se desvele que se trata de un sueño.

No hay que contar lo que nos aptece, sino lo que al lector le interesa saber.

Es mejor ir contando las acciones hasta llegar a lo que queremos contar.

Poner ejemplos para describir

Intentar evitar la cacofonía.

Los latiguillos esconderlos en el texto y no empezar las frases con ellos.

Estos son algunos de los consejos. Para mi los más importantes para hacer que un relato no se haga muy duro a la hora de leerlo.

Espero que os sean de utilidad y que los pongaís en práctica y si quereís podemos compartir relatos.

Sin noticias

Se durmió pensando en que había cerrado una etapa, que a partir de ahora David y ella tan solo serían amigos. Algo difícil de asimilar después de tanto tiempo juntos y tantas experiencias vividas. Ahora tenía un nuevo horizonte en su vida. Leo estaba más cerca de lo que ella había estado buscando todo este tiempo, además su madre ya había declarado que Leo le parecía un buen chico, a lo que Lucia respondió con un “solo somos amigos”.

A la mañana siguiente, Lucia se levantó llorando.

–      ¿Qué te pasa?

–      David y yo lo hemos dejado.

–      Bueno, tranquila. Todo pasa. Sois muy jóvenes y esto es normal.

–      Ya, pero me da mucha pena.

–      No te preocupes. Deja de llorar y arréglate. ¿Hoy tienes que trabajar?

–      Si, es mejor que deje de llorar, porque si no voy a ir al trabajo con unos ojos…

Lucia se metió en la ducha. Hacía mucho calor y dejó que el agua fría cayera por su cuerpo, mientras pensaba como iba a ser su vida a partir de ahora con Leo. Ya no tendría que esconderse y podría quedar con el siempre que los dos pudieran. Por un lado se sentía atormentada y sentía dolor por el daño que pudiera causarle a David, pero por otro lado, al fin podría hacer su vida al lado de Leo y quién sabe, a lo mejor era el amor de su vida.

Al salir de la ducha encendió el móvil por si tenía alguna llamada o algún mensaje de Leo. Revisó los mensajes entrantes, los salientes e incluso el registro de llamadas perdidas. Preguntó si habían llamado preguntando por ella, mientras estaba en la ducha, pero parecía que nadie se había acordado de Lucia. Ni David, ni Leo, ni ninguna amiga…

Antes de terminar de vestirse para ir a trabajar, decidió llamar a Leo a casa, pero su madre le dijo que acababa de salir y que no sabía a qué hora iba a llegar. Le pidió que le diera el recado y se despidió. Dejó el teléfono cargando, se puso el uniforme y se marchó para coger el autobús que la llevaba al centro comercial donde Lucia trabajaba a jornada parcial, pero era sábado y tenía que estar todo el día allí.

Seleccionó la música que quería escuchar y se puso los auriculares. Se pasó todo el camino mirando el móvil, pero el maldito no quería sonar.

 

Retomando

Había muchas cosas que solucionar, entre las cuales, estaba la venta del piso que tenía en común con David. El reencuentro era inevitable y David aún tenían intactos los sentimientos hacia Lucía, pero no podía hacer nada para que ella cambiara el sentido de su corazón.

Un beep alertó a Lucia de que había recibido un sms. Quería que fuera de Leo, pero no era de David. Quería recuperar las escrituras de su casa que hacía tiempo le había dejado a Lucia para solucionar los papeles de la casa. En realidad era una excusa para quedar y aunque ella no estaba por la labor decidió que ese el mejor momento para aclarar todos los temas comunes.

Quedaron en casa Lucia, pero al final decidieron verse en el parque. Además también había quedado con Leo ya que pensó darle las escrituras y pasar toda la tarde con el chico de su clase. Pero las cosas no siempre pasan como uno planea.

Cuando llegó David, vio a Lucia y a Leo hablando y riendo en el parque. No podía creer lo que estaba viendo. Lucia estaba sentada con aquel chico. Se imaginaba que había otro, pero nunca pensó que fuera él. Habían pasado tantas tardes juntos que no daba crédito a lo que veían sus ojos. Una mano de Leo en el pelo de Lucia le hizo darse cuenta de que el sobraba en esa escena, así que se acercó a ellos y con muy malos modales le exigió a Lucia que le diera las escrituras de su casa y que le devolviera el anillo que hacía tiempo había comprometido su amor.  A lo primero Lucia, accedió sin rechistar, pero lo del anillo le parecía una sinrazón.

–      No te lo voy a devolver

–      No tiene sentido que lo tengas. Que te regale uno tu nuevo novio

–      No es mi novio…

–      No tienes que decir nada. Devuélvemelo

Leo había abandonado la escena hacía tiempo, prometiendo a Lucia que más tarde la llamaría. La pidió que se tranquilizara y se marchó para que Lucia y David zanjaran la discusión.

Lucia le dio el maldito anillo a David y este lo tiró cerca de una rejilla de desagüe, pero afortunadamente no cayó dentro y Lucia pudo recuperarlo.

David se marchó muy triste y decepcionado. Lucia abatida y con el sentimiento de no estar haciendo las cosas del todo bien.

Escribió un mensaje a Leo, el cual no obtuvo respuesta. Lucia pensó que estaría dormido y que a la mañana siguiente tendría alguna palabra de ánimo y tal vez una cita con el chico que había desestabilizado su vida con David, pero que supondría un punto y aparte.